BURGOS
La primera impresión que se lleva uno de Burgos es su bellísima
Catedral dominando la ciudad y su esencia: Gótica, señorial y laboriosa. A su
alrededor se extiende un casco antiguo perfectamente conservado, donde aún se
pueden apreciar las murallas.
En ella se respira la herencia de glorias pasadas, y el burgalés,
sobrio y risueño al mismo tiempo, se presenta encantador y amigable.
Su antigua y rica historia ha forjado en piedra algunas de las más
sorprendentes maravillas de la arquitectura española, no en vano, aquí encontramos
la semilla de Castilla, origen de lo que es hoy España. En Burgos nació el
conde Fernán González, fundador del condado y posteriormente reino
castellano y el Cid, héroe nacional, que campó contra los moros en época
de Reconquista. Y si de todo esto no hubieran quedado tan imponentes castillos
y monasterios, podríamos pensar que todo es leyenda. Pero la historia se
renueva ante nuestra sorpresa cuando en estos sobrecogedores parajes,
encontramos la huella de los personajes de que tanto habíamos leído, recordando
esta visita como algo entrañable e inolvidable.
El Arco de Santa María es uno de los monumentos más emblemáticos de
la ciudad de Burgos. Una de las antiguas doce puertas de acceso a la ciudad en
la Edad Media, comunica el puente de Santa María, sobre el río Arlanzón,
con la plaza del Rey San Fernando, donde se yergue la Catedral.
Para empezar, un recorrido por las calles y las iglesias de la
ciudad nos descubre la sensibilidad y la belleza de la obra de artistas del
calibre de Gregorio Fernández, Juan de Juni, Pedro Berruguete o Gil de Siloé,
con sus vírgenes, cristos y demás conjuntos de la pasión de Cristo.
Aunque durante la Semana Santa la motivación que predomina
es la religiosa, también en estos días pudimos disfrutar de otro tipo de
manifestaciones turísticas, como la oferta gastronómica y enológica; y la de
Burgos, sin duda, es de muy alto nivel.
Para tapear, tanto de día como de noche, las calles que rodean
la Plaza Mayor, en el centro histórico, resultan ideales. Para pinchos
diferentes y muy originales. Y todo ello sin olvidar la excelencia de los vinos
de la zona, donde predominan los Ribera del Duero entre otros.
La Semana Santa en Burgos, es una clara representación del
profundo sentimiento arraigado en el pueblo burgalés, que se traduce en el
lento e impresionante transcurrir de pasos y cofrades. está marcada por su
intenso carácter religioso, que alcanza su mayor representación con la
celebración de las solemnes procesiones. Es entonces cuando la ciudad se ve
invadida por una profusión de capirotes, imágenes, entorchados y tambores que
arrastran a la calle a los devotos burgaleses y a todos aquellos que quieran
compartir estos vibrantes momentos.
La mayoría de las cofradías y hermandades burgalesas que salen
en procesión, dieciséis en total, tienen su origen en la Edad Media y en los
oficios o gremios a los que estaban asociados. Así se puede encontrar cofradías
de plateros, curtidores o yeseros, aunque también se asociaban por otros
motivos, como ser nobles, clérigos o capellanes.
Son días de hondo sentimiento, en las que los
pasos procesionales y las celebraciones litúrgicas se ven por toda la ciudad.
La Procesión del Santo Encuentro, que tiene
lugar el Jueves Santo, es de una gran tradición en la ciudad
Ya en la tarde-noche del Viernes Santo se
desarrolla el mayor desfile procesional, el del Santo Entierro.
La ciudad se llena de capirotes, imágenes,
antorchas y tambores que mueven a la devoción y al recogimiento.
El Sábado, siguiendo una antigua tradición, la
Virgen de la Soledad recorre las calles que llevan hasta el Palacio de
Justicia, donde se libera a un preso.
La Semana Santa burgalesa que recrea la Pasión
del Señor, se vive en las calles junto al lento discurrir de pasos y cofrades,
mostrando las tallas de los imagineros, iluminadas tenuemente con sabor antiguo
y con una sobria belleza y hondo sentimiento espiritual
No es necesario profesar la fe cristiana para
verse arrastrado y sentirse emocionado con esta excepcional y sobrecogedora
manifestación que constituye la celebración religiosa de la Semana Santa.